Sobre depresión y desear mi muerte

Por supuesto que existen temas como la depresión y el suicidio que no me gustaría platicar, es difícil aceptar que han pasado por mi mente cuando lo que más predico es vivir felices, sin embargo, el mostrarte esta parte de mi historia creo que sólo me ayuda explicar que soy humano.


La depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas, durante al menos dos semanas. En el peor de los casos, puede provocar el suicidio.

La depresión es un trastorno mental frecuente. Se calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo.


La Organización Mundial de la Salud ya la considera la segunda causa de discapacidad en el mundo (por horas de productividad perdidas).



Solo una vez he intentado suicidarme, en quinto de preparatoria, recuerdo que una de mis compañeras lo traía de moda, según nosotras no estábamos pasándola bien porque nos habíamos quedado sin novio y se oía que esa salida era fácil, no chinguen, a mi me dolió el tercer navajazo y ahí me detuve; fue justo una noche antes de salir con algunas familias de amigos de mis papás, tuve que ocultar mi muñeca con camisas, en pleno verano, obviamente alguien se dio cuenta… Sinceramente no recuerdo qué motivo tenía, pero sé que platiqué con una señora durante el viaje y después me estuvo dando seguimiento, como amiga de mis papás, y doctora. Ella me ayudó a entender que con la vida no se juega, que es muy importante darnos cuenta de lo que tenemos a nuestro alrededor, que siempre hay gente que tendrá problemas mucho más graves que nosotros y vivan felices o quienes se ahogan en un vaso de agua, intentó hacerme ver que todo depende del cristal con el que se mira y que siempre hay que mirar siempre hacia delante.


Muchas personas me han preguntado que si el accidentarme o dejar de caminar me produjeron depresión o deseo de suicidarme, la respuesta es no.


Por supuesto que el alcohol es el mejor amigo de la depresión, que cuando se me pasaban las copas me daban unos bajones tremendos, que me dejaban junto al escusado de mi cuarto con gritos tan feos que más de uno se despertó y me dio consuelo porque lo único que podía decir era “¿por qué no me morí? Yo no quiero vivir así”. Esto fue uno de los temas tratados con la psicóloga, los primeros años, supongo que acudir en familia ayudo a que no me deprimiera.


A los seis años del accidente, después del problema del esófago, cuando dejé de caminar, terminé la relación con el guapísimo y querido Gringo, ahí si me vino una depresión, no tuve la capacidad de entender que era sólo el fin de una etapa, yo culpe a mi discapacidad, me fui hundiendo poco a poco, dejé de aceptar ayuda emocional de los demás, como no podía ir a nadar ni hacer ejercicio, fue creando un ambiente perfecto para la autocompasión, la depresión, el hundimiento.


Intenté entender el por qué tantas personas que adquieren una discapacidad viven una depresión tan fuerte, fui permitiendo que la gente me ayudara hacer actividades físicas que yo dominaba algunos años con el bastón y empecé con la andadera, perdí tanta fuerza que después solo utilicé la silla, aunado a esto traje pañal porque ya no alcanzaba a llegar al baño. Total, todo sumaba para encerrarme en casa, evitar socializar con amigos, era muy fácil decir estoy bien y no sentirlo.


¿Cómo sali?


El día que me enteré que secuestraron a una de las mujeres que más amo, me di cuenta que estaba dándole valor a cosas muy tontas y que debería recuperar el amor a la vida y sonreír desde el corazón, esos días me prometí qué si esta mujer regresaba con nosotros viva y tranquila yo no volvería a permitirme una depresión.


La vida me ha dado muchas oportunidades para vivir feliz, para saberme amada, he comprendido que tengo algunas limitaciones físicas, pero estoy también llena de capacidades para lograr lo que me propongo. No necesito de qué otra persona reconozca lo valiosa que soy.


Actualmente le tengo mucho respeto al alcohol, me fascina tomar cerveza, sin embargo la tomo de preferencia en casa, cuando no voy a convivir con más gente, procuro apagar mi teléfono o saber que no le voy a llamar a ex novios para no hacer dramas.

Reconozco que cuando tomo me transformo por lo que cinco o seis cervezas son más que suficiente, no necesito terminar borracha. Definitivamente no me viene bien el alcohol y odio tener cruda moral.


También me he dado cuenta de qué importante es expresar mis emociones en el momento, no guardar el dolor, la frustración, el coraje, vale más la pena encerrarme dos o tres días a llorar por una relación que se termina, que arrastrar el dolor por varios meses.

Por otro lado antes platicaba con muchas personas ahora me he dado cuenta que no todos necesitan saber mis problemas, en realidad le interesan a muy pocos y más pocos serán los que me ayudarán a salir de ellos, entonces es preferible analizar bien a quien platicar mis cosas.


A mi me funciona amar, dar el cien por ciento a las personas que llegan a mi vida, no importa que sean pasajeras, amar sin esperar nada de vueta; disfrutar los pequeños detalles, como despertar rascándole el lomo a mi perro, darle gracias a Dios por el nuevo día, abrir mi ventana y ver las plantas, meditar; hacer actividades en familia, convivir con mis amigos. Estoy convencida que no puedo cambiar mi pasado, el futuro no existe, por lo tanto ¡vivo mi presente!.